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O! CUÁNTO CIELO
ResponderEliminarCuanto cielo cede
suplicando armisticio.
Cuántos ojos liberan cautivos
elevando miradas.
Cúanta grandeza escapa de mí
inundando astros que siguen....
Oh! cúanto cielo
tan cerca de mí.
OTRA PIEL
ResponderEliminarCúanto tiempo ha pasado?
estoy seca
de tanto buscar razones
al igual que todos
los que abren ventanas
al igual que todos los troncos
que me ofrecen otra piel
para vestir la mortalidad.
Encontré de nuevo
ese estante vacío
donde abrigué la custodia
de una golondrina herida.
-murió-
al igual que el pueblo
hacinado en un frasco de alcohol
al igual que yo
en el legendario ocaso de mi obra.
LA LAGARTIJA
ResponderEliminarSobre el muro se desliza una lagartija
Con sus ojos saltones me avisa
que trepando y trepando
se ha encontrado con la soledad
colgada de un hilo.
MI MADRE COSE Y CANTA
ResponderEliminarMi madre cose y canta
puede adivinar
lo que hace el gato en la cocina
mientras enhebra la aguja
a la vez
cuatro hombres caminan ,beben y venden.
No podría ser otra cosa
que la madera resistente
a los endebles crujidos.
Mi madre cose y canta
no hay riesgo que pueda opacar
mi camino hacia ella
ni retazo
que no pueda encubrir
una acción pecaminosa.
Mi madre cose y canta
sólo el silencio
lucha con el polvo.
HERBÍVORO
ResponderEliminar1997
FONDO EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA LIBERTADOR.CARACAS
DUÉRMETE VIDA
PARA QUE SÓLO SEA VÁLIDO
EL PAISAJE Y LA HERRADURA DEL CABALLO.
SÚPLICA
ResponderEliminarSi pudiera florecer en el campo
sería yo
sin dobleces.
Si alguien se ocupara de mi ánimo
yo cantaría fuertemente
desde las galerías.
Si una semilla viva
rompiera mi corazón
yo almacenería todo
todo
en una sola canción.
ABRIL
ResponderEliminarRevienta el sonido
de la chicharra.
Es la hora de perforar
todos los callejones.
De ellos
saldrán airosas
las estrias de mi cuerpo.
Serán filos cortantes
entre telas y enjambres
los estigmas de este albedrío.
LA CAYENA
ResponderEliminarEs curioso
frotar la cayena.
Vierte sangre
cancelando prestigios
más allá de su polen.
La morada de estas manos
es el invierno de su capullo.
Caen viscosas
las fibras de este encuentro.
INVIERNO
ResponderEliminarEl invierno es constante
Las soledades figuran
un deseo de ser río.
Un olor a historia y murmullos
exala de los pétalos sacrificados.
Entre los árboles
me uniré a una abeja ofuscada
a unos ojos posados
que husmean el olor del pan.
Me uniré a Silvestre
entero como lod callos de sus pies
que navegan en los caños.
El invierno arrecia
todo reposa en la ligera neblina
sólo el fogón extiende el humo:
aroma que germina
al otro lado del bosque.
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ResponderEliminarLOS ARAGUATOS
ResponderEliminarPara cantarle al ocaso
un rugido se extiende sobre los árboles.
Siento ese canto
y se me ocurre conquistar mis raíces.
Todos claman y oscilan
en el verdor del bosque
no en vano los miro
hay algo de ellos
en la tarde encendida.
Seré yo esa voz ensangrentada?
serán ellos el trueno que sucumbe?
hay algo de mí
en su postura de abrazo.
AL PASO ME SALUDA EL MAIZAL
ResponderEliminarGrandioso es el mundo
en sus momentos de hazañas
como si yo
preguntara por un árbol
o
una bandera oculta.
Inmenso es el momento
de la victoria
como si yo
izara una elegía al viento.
Al paso
me saluda el maizal.
Había llegado
a reinar entre ellos
una libélula que no era yo.
EL TINAJERO
ResponderEliminarSobre la tierra
en un rincón de la casa
respira el musgo.
Lágrimas de adentro
posesionan las manos
de los enterradores.
El cirio que no apaga su luz
es testigo permanente
de los influjos que yo adoro.
Y mis manos...
como los caracoles
esbeltos en la distancia.
El tinajero
coronado por el tiempo
y la vasija de amor
de donde han bebido los ancestros
de donde la cascada es un rito.
Alma fiel
del musgo ennegrecido
guardián de los suspiros
que la noche abriga.
CAEN LAS HOJAS
ResponderEliminarCaen las hojas
ellas también tienen fin
profusas ,hacen de la tierra
una planicie de ausencia.
Caen las hojas
ellas, también volverán hacia nosotros:
habitarán en nuestra casa
con las voces del hombre
y el silencio que abre mis brazos
para envolver tu cuerpo.
Habitarán en nuestra casa
rendidas de agua y sol
con sólo la brisa
que posa mis manos sobre tu rostro.
Habitarán en nuestra casa
con olores nuevos
para hacer de nosotros
una manera solitaria
de desatar lo incierto.
EL BUHO
ResponderEliminarEl buho
me aporta los sueños
en el vértice de la noche.
Lo he notado
sobre los cúmulos de la providencia.
Cada noche vuelve
y en esos trechos de ausencia
fecundo mis horas.
¡Si me pidiera ventilar el alma!
tomaría de él
la impavidez
y el retorno.
OH! BOSQUE
ResponderEliminarOH! bosque
ramifica en mí
toda tu presencia
para recibir la plegaria
de una mañana bañada de luz.
Salúdame en el río
cuando las aguas
desplacen el madero
que hoy es regazo en mí.
Guarda la eterna inclinación
que cubre mis pasos
hacia el color matutino de una flor.
Oh! bosque
camina conmigo
y no me abandones
cuando yo sea abono de tu vida.
Recoge mi espíritu
para ser canción,luz
y arrullo de todas las aves.
EL TOPOCHO
ResponderEliminarEl topocho
evoca esfinges en mi alma.
Igual se empeña
en quedar inédito
mas los copos
ramifican una vida.
Igual muere el verdor
y se adormece el vástago.
Un nuevo pimpollo
evoca un huésped en mis manos
que es todo árido
con don de llamas.
EL ARENERO
ResponderEliminarTú ,transitas lo vestigios
del rio
cuando allá en la hondura
permites a la luna
desahogar su alma llena.
Ees tú
y son todos los brotes
que engendran un sueño
cuando allá en la orilla
alientas los cúmulos
de la labranza.
Eres tú
y son todas las manos
en un gesto de reverencia
cuando allá en la orilla
derribas la soledad del río.
Cada orilla
desbasta lo inmenso
cada canoa reposa en hermandad.
LA LUNA
ResponderEliminarLa luna obedece a su crecimiento
ters,brillante
ha jugado a morir.
Las sílabas en concierto
han consumado en rodeos de amores
el agua de los pozos.
La pálida luz
enciende la arena
y en el médano
te has vuelto hacia mí.
Tú y yo
bajo un cielo de escamas
Tú y yo
demasiado mundo
para un sólo camino.
LA MARIPOSA
ResponderEliminarLa mariposa
ha encontrado posada.
Dejará sus larvas
en los presagios
que anuncian su visita.
Se ha instalado
para contemplar el polen
que la mantiene rígida como la muerte.
Se ha extraviado
para recoger
los sucesos del hombre
y dejar en mí
el revés de sus alas negras.
POEMARIO: EL SILENCIO DE LAS PIEDRAS PREMIO DEL CERTAMEN MAYOR DE LAS ARTES Y LETRAS 2006 CARACAS VENEZUELA,,,,,A CONTINUACIÓN-,,,,,,
ResponderEliminarEL TISURE
ResponderEliminarJuan Félix y Epifanía
han contado una piedra más.
Tesón en la faena.
Piedra de tantos pasos
entre las grietas.
Ellos me dirían.
hunde tu cuerpo en este templo
y procura promesas en el telar.
Cultiva el tallo
que retoza en el páramo
y anhela entre corolas
el corazón del artesano.
OJOS QUE MIRAN LA MONTAÑA
ResponderEliminarDe espaldas
a un cometa infiel
he llegado venturosa
a unir un fósil desmonorado.
Es mi afición
permanecer en la escalinata
con la piedra en la memoria.
Asomo un tiempo
lejos de la ladera
a favor del cincel
célebre en la cumbre.
Los murmullos rehúsan
este destino recto
abandonado en el edén.
El sol,puntea los cardos ofrecidos
y el macizo es un guerrero
en la absoluta eternidad.
HABÍTAT
ResponderEliminarEste silencio extendido
arrebata el deseo
posado en la noche
tal fue su curso
que pudo flotar
al margen del congregado.
La melodía es un caída
la lejanía
da por hecho el vacío.
No te escondas de mí
bajo las campanadas
estoy atenta
a tu fúlgida mirada.
No te desprendas
de tu vistosidad
me acuno en ella
cuando me toma el viento.
Ejecuta el adagio
como si el engranaje
precisara el rezo
que anuncia tu estadía.
Cada noche
mi corazón colinda
con los pájaros
que habitan en mí.
VIDA
ResponderEliminarReconcilio mi voz
para lidiar con las cosas perfectas.
Lo ilusorio me conoce
es infértil
mi verbo empecinado
de ahí mis prodigios:
Recurrente con el ánimo
a la hora de buscarme
en los dias que mueren.
Suficiente con la espera
que agranda las estrellas
a la hora de librar
un tropel infructuoso.
Ciertamente apasionada
a la hora del afán
que percibo con temblor
entre el misterio y la palabra.
NUTRIENTE
ResponderEliminarEl fulgor se expande en la piedra
me adentro hacia ella.
Había parecido un gozo
desertar de la luz
todo parece igual
pero el desafío me impone una medida.
Por razones de orden
la primavera me hizo su límite
tuve un fino mar como latido.
En cuanto al quehacer
se hizo surtudor
de semillas
en los repligues del vacío.
MEDIODÍA
ResponderEliminarUna nítida voz
sostiene el halo
en conexión con la rutina.
Un brillo intenso
está de mi lado.
No es suficiente el amor
cuando el sabor baña las letanías.
Incursiono un poco
en este paréntesis
-escena propicia que recoge
el agobio de mi alma-
Nada es inoportuno
es el asilo
que finalmente se aventura
en un rayo de luz.
SON LAS SEIS DE LA TARDE
ResponderEliminarMe cercará la noche
sostenida en mis poros.
Extraño los atardeceres cromados
por la rendija del postigo.
Una y otra vez
soy silueta en tránsito
desmedida por los acertijos de la luz.
Mi rostro
está en los muros
en cada objeto alucinado.
Todo el frise
ha tomado mi piel
y ha comenzado la penumbra
a desear la rajadura.
Esta noche
Otra noche...
no hay crepúsculo
que no cautive mis huellas
No hay crepúsculo
que no apoye mi corazón
en el cerrojo de la puerta.
LLUEVE AÑOS
ResponderEliminarUn aluvión embrionario
satisface el curso del afluente.
Un encanto cargado de esperma
fluye en la vertiente.
Celebra la vida
este pasaje indómito.
Me ajusto al peregrinaje
para gestar el cultivo de la espora.
Llueve años
este amar sigiloso
entregado a las aguas
y a la versión del invierno.
SILENCIO
ResponderEliminarAlgunas veces escucho
el sonido del agua entre las piedras
es pesadoy discurre
como una historia.
Rebosa en mis hombros
un sordo llamado
que me auyenta de las fuentes.
En los predios
acecho las ruinas
y me pregunto:
es mi alma taciturna?
Con sorpresa
la historia
el agua
y la piedra
responden en mí.
EL TEJADO
ResponderEliminarSe esconden los sonidos
el vértigo es un festejo de travesías.
Las nubes reinciden
con la palidez de la miseria.
Todo está guardado.
Ella,quizás evoca el pasto crecido.
El, no comprende que los campos
esperan otra tierra.
VER EL MAR
ResponderEliminarOh!mar
si mi temor crece
has que encuentre mi custodia.
Si tu don fue prometido
para hacerte peregrino
has de mí aquel infinito cielo
que propagas en tu lecho.
Tú, que creces con las lágrimas
has de mis ruegos
un exceso de fábulas.
Oh! mar,lo he consumido todo.
LLUEVE
ResponderEliminarGarantizo un signo de vida
se hace fruto la tristeza
y las huellas ya no están.
Se hizo día fosforescente.
Es tan real la corteza
ahora desmoronada
ya no hay sed anclada
en los barrancos.
En la morada de lo estéril
el desosiego es una tregua.
LAS RUINAS
ResponderEliminarCae la noche
han vuelto mis versos olvidados.
La casa es mi existencia
me dio vida
la contienda
de hacer o no hacer
en otro tiempo
la densa nube que ahora olvido.
Desecho está el río
mas el mismo son
da frescor a la piedra.
Triste y desolado
el orden tras el muro.
DE LAS FISURAS
ResponderEliminarDe las fisuras hay acepciones:
alargo la mirada
puede ser eterna o no durar.
La vida me ofrece hospedaje
me reconozco en la desventura de la muerte
asimismo en el latido de la sexualidad.
La brizna salva mi corazón encerrado
no habrá lugar
para definir
el reverso del amor.
UN RELATO DE MI MADRE
ResponderEliminarLos manjares y los cantos
son instrumentos del éxtasis femenino.
Cae la lluvia incesante
sólo un recuerdo domesticado vibra conmigo.
Es un rostro que se inclina
y tuvo en mi cuerpo
un arrogante eco.
A la mañana siguiente
me esperaban los surcos de la siembra
serenos brotes de la guerra
huérfanos de labranza
bañados por los coágulos
de mi menstruación
y mis pasos adoloridos.
Camino a casa
hubiese preferido adiinar
el rodeo entre sus ojos y los míos
pero sería en los años venideros
cuando la estóica partida
hizo de mí
un largo viaje.
El abismo era un indicio
de las conveniencias dirigidas
a emigrar a una cálida tierra
que no será más
que mi hombre y la llanura
custodiada por la memoria de los caminos.
"Isla Elba" casona de Juan Salerno
deseaba por poco
morir en ese río
pero al hacer razonable
la usurpación de toda libertad
me consagré para la pasión.
La vaquera y las faenas del llano
sumergen en un instante
pero el monte Pollino me llama.
Los baúles y el barco
volvían a recobrar la nostalgia
y el regreso sería cedido
a las tonadas mañaneras
y a los aguaceros de
aquellas primavers efímeras.
Mi vida es un pájaro
que todavía completa el diálogo
hasta tal punto de pertenecerme
en la necesidad que le da reino a la fantasía.
El ocaso
me advierte un poco más
que la muerte juraría
hacerme visible junto a él
entre una despedida y un adiós.
POEMAS DE LA CERTEZA DE LO INMÓVIL
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